Pues aunque no sea evidente reconocerme en la foto y adivinar qué estoy haciendo, aquí me tenéis el sábado pasado poniéndome manos a la obra con uno de los propósitos que quiero cumplir antes de volverme de Montreal: aprender a patinar sobre hielo. Y es que una de las cosas bonitas de Montreal en invierno es que hay muchas pistas de patinaje que pueden usarse gratuitamente. Es lo que tiene el frío, unido a que aquí hay agua por todas partes: basta que un parque tenga un lago o un canal para que en invierno tenga una pista de hielo. Después los ayuntamientos de cada distrito se ocupan de mantenerlas en buen estado y de habilitar un espacio con taquillas para dejar tus cosas y donde alquilar patines, si los necesitas, y todos a patinar.
Y en esas estaba yo en la foto, intentando llegar a la pista de hielo que ocupa lo que hace unos meses era el Lago de los Castores, en el Mont Royal. Para lograrlo no te queda otra que bajar sobre patines las escaleras congeladas que se intuyen en la foto. Y para llegar a las escaleras básicamente tienes que lanzarte contra la barandilla porque el camino que lleva a ellas es una mezcla de nieve y hielo en el que ni puedes patinar ni puedes caminar, sino una mezcla de ambas. Suena emocionante, ¿verdad? Lo fue, pero sobre todo mereció la pena, porque patinar en un lago helado al aire libre es una experiencia muy bonita. Y además puedes disfrutarlo aunque no sepas patinar bien (mi caso) porque hay espacio de sobra para moverte sin molestar a nadie y sin arriesgarte a morir arrollado si te caes. Cosa que, por cierto, no hicimos ni una sola vez (tampoco es que sea muy elegante de momento, pero al menos soy capaz de avanzar en la dirección que quiero y parar, y eso en sólo un par de horas).
Como anécdota curiosa os cuento que entre la gente que estábamos patinando había muchos niños muy pequeños (algunos en torno a los 3 o 4 años, si no menos) patinando con andador. Así que entendimos la afición de los canadienses por jugar al hockey sobre hielo desde pequeñitos: si sus padres les ponen a patinar sobre hielo cuando apenas saben andar, normal que con ocho años simplemente patinar se les quede corto y quieran hacerlo en plan kamikaze y dirigiendo un disco con un palo, esquivando a gente a su alrededor que intenta impedírselo. Algún incentivo tienen que darle, ¿no? Nosotras todavía estamos lejos de ese nivel así que vamos a seguir patinando tranquilamente y visitando las pistas de patinaje de Montreal, que hay muchas y muy bonitas. Espero seguir enseñándolas.
¡Hasta pronto!
Tened cuidado y no caeros! que Marta me ha contado la maldición que dice que si te caes te quedas atrapado para siempre en Montreal!
ResponderEliminarY por cierto, que vayáis de noche no ayuda a que dejemos de pensar que vivis en el polo norte ;)
Un beso!