domingo, 27 de febrero de 2011

Montreal en lumiére

Ya lo dije en la entrada del viernes y hoy me reafirmo: los canadienses son gente dura. Porque la Noche en Blanco en Montreal tiene al menos una cosa en común con la de Madrid: que hay mucha gente, y que hay que pasar mucho tiempo en la calle, bien sea haciendo cola o esperando a que empiecen los espectáculos. Y os puedo asegurar que hacer cola a -16ºC y estando a pie firme sobre la nieve es una experiencia que marca. Al principio los pies te duelen, hasta que llegado un momento dejas de sentirlos. Algo parecido pasa con el labio superior que se va quedando frío y al final no puedes moverlo (no sabéis qué sensación tan rara es intentar decir algo y ver que no eres capaz de hablar normal...). Afortunadamente los canadienses son duros pero no inmunes a la hipotermia, así que además de los espectáculos hay hogueras, y zonas con estufas donde recuperar la sensibilidad y poder aguantar la noche. Pero la verdad es que a pesar del frío la experiencia mereció la pena, tanto que fuimos capaces de aguantar al aire libre desde las 4 de la tarde hasta las 11 de la noche, con sólo una incursión a una cafetería para tomar un chocolate caliente y otra para cenar (visitas a las hogueras y a las estufas hubo alguna que otra más...). Y el resto del tiempo nos dedicamos a disfrutar del viejo Montreal vestido de invierno e iluminado, de la música y de los fuegos artificiales, porque el plato fuerte de la Noche en Blanco de aquí es lo que se conoce como el Festival Montreal en Lumiere. Las fotos no son muy buenas, pero seguro que os ayudan a entender mejor que las palabras como es posible pasar  tanto tiempo al aire libre a esas temperaturas. ¡Premio al que adivine qué es lo que sale en la primera foto!
¡Besos!












viernes, 25 de febrero de 2011

Noche en blanco

Hoy empiezo la entrada con una aclaración para los que me habéis preguntado el motivo de que ayer no hubiera entrada. La razón es simple: el cambio de hora me tenía muerta. Rafik y yo nos pasamos el día haciendo campeonato de bostezos (él no tiene jet-lag, pero sí un bebé de 4 meses que esta semana ha decidido no dormir) y por la tarde al salir de trabajar nos fuimos Diana, Amélie y yo al cine, porque Amélie había tenido un día duro y necesitaba desconectar. Y al cine sobreviví pero volviendo casi me duermo en el metro así que según llegué a casa me metí en la cama. Eso sí, a las 6 de la mañana estaba en la cama espabilada como si hubiera dormido 12 horas seguidas. Así que he llegado prontísimo a la universidad, y me la he encontrado cerrada. Pero no por la hora, sino porque hoy era el día del Rector y al no haber clases sólo abren la puerta más cercana al puesto de seguridad (como me ha explicado el vigilante que me ha encontrado buscando por donde entrar). Y por lo demás ha sido un día normal, porque como la calefacción sí la ponían (en Navidad la cortan) en el laboratorio hemos ido a trabajar todos.

Aprovecho también para contaros que mañana es muy probable que tampoco haya entrada. Resulta que es la Noche en Blanco y vamos a ir Amélie, Diana, yo y unos amigos colombianos de Diana a ver los espectáculos de la zona del Vieux Montréal. Me imagino que estaréis teniendo el mismo pensamiento que tuve yo: los montrealenses son gente recia, porque anda que no hay noches en el año como para que la Noche en Blanco tenga que ser cuando las temperaturas rondan los -15ºC. Y no creáis que es que las actividades son en recintos cerrados. El plato fuerte de la noche son los espectáculos de luz que son todos al aire libre. Así que nuestro plan es primero pasear (en mi caso, cámara en mano) viendo la ciudad iluminada y después ir al Ayuntamiento, donde dan clases gratis de salsa y tango. Yo dependiendo de cómo ande de sueño es muy posible que sólo me quede a los espectáculos de luz. Pero eso os lo contaré el domingo, que el sueño ataca de nuevo.
¡Besos y hasta entonces!

miércoles, 23 de febrero de 2011

El día de la burocracia

Hoy voy a ser también breve porque estoy acusando de nuevo lo del cambio de hora y además me he dedicado fundamentalmente a la burocracia y con un éxito del 50%. ¿Y eso qué quiere decir? Pues que he conseguido hacerme con un número de la Seguridad Social canadiense y entregar los papeles para que la Universidad me registre como postdoc pero no he conseguido la Tarjeta Sanitaria de Québec, ni la Tarjeta de Concordia. La primera porque mi permiso de trabajo tiene una duración inferior a 6 meses, así que en cuanto lo renueve tengo que volver a ir y me la darán y la segunda porque la persona que se encarga de los postdocs estaba reunida así que me registrará mañana. Pero no me quejo, porque en todas partes han sido muy eficientes y muy amables, sobre todo consiguiendo el número de la Seguridad Social, donde me ha tocado que me atendiera un chico de Guatemala al que le ha hecho mucha ilusión yo viniera de la "madre patria". Aunque esta vez me ha atendido en inglés porque según me ha contado en los organismos públicos tienen obligación de sólo usar inglés o francés, y si le pillaba el jefe hablando en español podía sancionarle. No sé si es que yo tengo mucha suerte, y doy con todos, o que verdaderamente Montréal está lleno de hispano-americanos.
Por la tarde he podido trabajar por fin y luego ir a yoga, que después del parón de dos meses me ha dejado molida.
¡Hasta mañana!

martes, 22 de febrero de 2011

El retorno

Ayer prometí contar el viaje cuando mi cerebro volviera a su ser y como hoy parece que lo ha hecho ahí va el informe. El viaje fue increíblemente bien, sin ningún momento de tensión, y sin tener que correr, a pesar de que en Zürich sólo tenía 50 minutos para cambiar de avión y tenía que ir desde la terminal A a la E, que son las más alejadas y pasando el control de pasaportes. Pero el aeropuerto está montado de tal manera que apenas hay que hacer colas así que llegué al avión sin ningún tipo de problema. Anécdota del segundo vuelo: mientras esperábamos a despegar el comandante fue pasándose por el avión a dar el mensaje de bienvenida en persona, y a contarnos que íbamos a tardar unos minutos más en empezar el viaje porque estaban quitando los restos de nieve de las alas del avión pero que a pesar del pequeño retraso en la salida aterrizaríamos en Montréal a la hora prevista "como hacemos siempre" (dijo literalmente, lo que suena un poco prepotente). Pero efectivamente llegamos muy puntuales, el servicio fue muy bueno, dieron chocolate y queso... todo muy suizo. Así que según mi experiencia es altamente recomendable volar con Swiss Air y evitar la KLM.

En el aeropuerto, después de pasar dos controles de pasaportes (uno justo a la salida del avión), me tocó pasar por inmigración para hacerme con mi permiso de trabajo. Conseguirlo básicamente consistió en coger número y esperar a que me llamaran, enseñar la carta que me habían mandado y que me imprimieran un papel que está ahora grapado en mi pasaporte. En total unos tres cuartos de hora. Curiosamente el Gobierno Canadiense ha decidido que de profesión soy química... porque por algún misterioso motivo en el sistema no existe la opción de marcar que eres física. Además mi permiso expira el 18 de julio porque mi pasaporte caduca el 19 de ese mes. Así que en cuanto renueve el pasaporte tengo que pedir la renovación, sólo que esta vez puedo hacerlo sin salir de Canadá. Y además tengo que llamar a inmigración porque el permiso tiene una nota indicando que debo abandonar el país a más tardar el 18 de julio y que el documento no permite la reentrada (tengo que asegurarme de que eso quiere decir que no permite la reentrada más allá del 18 de julio... porque en abril tengo que estar en España, que ya me han aceptado para dar una presentación oral en un congreso en Bilbao). En fin, que como dice Dani (uno de mis directores de tesis), parece que mi destino es vivir sepultada por la burocracia.

Una vez con el permiso de trabajo en mis manos recogí mis maletas, que me esperaban bien colocaditas junto a la cinta de equipajes (otro punto positivo para la Swiss), pasé el control de equipajes y cogí un taxi a casa. Y la tarde dió poco de sí, porque me empezó a entrar mucho sueño y después de colocar un poquillo las cosas y cenar me fui a dormir hacia las 9 de la noche de aquí. Pero ha estado bastante bien porque me he despertado sobre las 5, lo que quiere decir que he dormido 8 horas del tirón.

Hoy la primera misión del día ha sido informar a mi casero de que había llegado y a continuación ir a abrir una cuenta bancaria. Lo del banco ha resultado todo muy fácil porque me ha tocado que me atendiera un empleado chileno, así que todo lo hemos hablado en español. Luego a esperar el autobús y a la universidad, ver a mis compañeros y a mi jefe, que han sido muy cariñosos recibiéndome, y el resto del día dedicarme a preparar papeles para que la Universidad me de de alta como postdoc. Todo el día excepto un rato en el que les he enseñado que hay que apretar un poco los polvorones para comérselos y he intentado que dijeran Pamplona. En plena operación polvorón ha aparecido el Dr. Capobianco con Fiore y ha opinado que estábamos de fiesta... aunque no le ha debido de parecer muy mal, porque enseguida se ha unido a nosotros. Y luego vuelta a los papeles. Pero no os penséis que los he podido dejar terminados... mi plan de mañana es ir a llevar los documentos firmados por el Dr. Capobianco al campus del centro, conseguir un carnet de Concordia donde diga que soy Postdoc, hacerme la cuenta de correo institucional, pedir la tarjeta médica de Québec, y pedir un número de la Seguridad Social de Canadá. ¿Podré trabajar algo? Mañana os cuento.
¡Besos!

lunes, 21 de febrero de 2011

De vuelta en Montréal

Reabro el blog después del parón navideño, que al final se ha prolongado mucho más de lo esperado. Pero esta primera entrada va a ser muy breve: simplemente para dar señales de vida y que veáis que he llegado bien. Y es que en estos momentos me muero de sueño y no soy capaz de contar nada ocurrente, ni divertido, y sospecho que ni siquiera coherente. Así que mañana cuando mi cerebro vuelva a ponerse en funcionamiento contaré las cosas del viaje y de la reinstalación en Montréal. Hoy sólo puedo pensar en dormir...
¡Hasta mañana!