viernes, 23 de diciembre de 2011

Blanca Navidad

Cuando empezábamos a pensar que nos lo habían robado, el invierno ha decidido aparecer para cubrir de blanco la ciudad en Navidad. Desde esta mañana no para de nevar y por fin está cuajando. Hemos tenido un diciembre increíblemente cálido, casi siempre rondando los 0ºC, con algún día de casi 10ºC y sólo un par de días en los que hemos llegado a -8ºC. Así que andábamos todos un poco sorprendidos y era el tema de conversación diario. Incluso los animales que suelen desaparecer en invierno siguen tranquilamente por la calle. De hecho las ardillas empiezan a tomar unas dimensiones que asustan porque continúan acumulando reservas para el invierno (si os parecía gordita la de la foto de hace un par de entradas tendríais que verlas ahora) y todavía se podían ver bandadas de pájaros que aún no consideraban que hubiera que emigrar. Y es raro, porque el año pasado por estas fechas llevábamos ya 3 semanas en los que no veíamos ni de lejos temperaturas positivas y con cerca de un metro de nieve en la calle.

En contra de lo que podéis pensar, que haya estado haciendo buen tiempo no ha facilitado demasiado la vida. Y es que estas temperaturas tienen una desventaja, que es que llueve, y la lluvia quita la sal. Desde el fin de semana ha llovido todos los días así que todo estaba mojado. El problema llegó el miércoles, que fue el día en el que volvimos a ponernos ligeramente por debajo de 0ºC. Consecuencia: la ciudad se convirtió en una pista de patinaje gigante. Llegaron a dar avisos para que la gente volviera a casa cuanto antes para evitar accidentes y recomendaban no caminar por la calle por riesgo de caídas. Y verdaderamente era justificado. Yo conseguí no caerme (tuve varios momentos interesantes de esos de recuperar el equilibrio en el último momento, uno bastante espectacular en el que casi me llevo por delante a otro peatón) pero para que os hagáis una idea: en el trayecto del autobús a casa, que tardo en recorrer normalmente unos 7 minutos, tardé un poco más de 20. Y eso a pesar de que llevaba botas de montaña. Y Rafik tuvo que dejar a la niña durmiendo en casa de sus padres porque los coches tenían muchos problemas para frenar y no se atrevía a ir a recogerla. Pero bueno, eso ha durado dos días. Ya se ha fundido el hielo, y ya nieva y todo está precioso, y yo me voy a casa corriendo a coger la maleta y de ahí directa al aeropuerto, hacia un país mucho más cálido en el que estan cosas no pasan. Pero antes de cerrar os dejo una foto de cómo está la universidad en estos momentos.

¡Feliz Navidad a todos!



Désolé

Observación de los últimos días: los canadienses dicen con mucha frecuencia "lo siento". Pero con mucha, mucha, mucha frecuencia. Lo dicen en situaciones en los que resulta educado y amable decirlo, como cuando cuando vas a pedir algo en una tienda y no lo tienen (désolé), o cuando se chocan contigo (désolé), o cuando tardan en servirte (désolé)... pero también en situaciones en la que queda raro. Os pongo dos ejemplos de esta semana. El otro día abro la puerta del laboratorio sin mirar y casi me llevo por delante a un chico que iba a entrar en ese momento. Y antes  de que me diera tiempo a decir nada ya había saltado él a decirme "désolé". Vamos, que casi le tiro de un portazo y encima se disculpa. El segundo ejemplo: hace un par de semanas hice un pedido de un par de filtros para el laboratorio y ayer me llaman de la oficina que gestiona los pedidos para ver si puedo ir a hablar con ellos porque ha surgido un problema. Y cuando llegan me explican que la empresa sólo admite ese pedido si lo pagamos por adelantado con tarjeta de crédito. ¿Y por qué no me lo han contado por teléfono en lugar de hacerme ir? Para disculparse en persona, como si fueran ellos los que no me quisieran vender los filtros. Pero no queda ahí la cosa, también se disculpan en situaciones insospechadas por escrito: en los horarios de los comercios (lo siento, cerramos el día 24 de diciembre por la tarde) o en las taquillas cuando no quedan entradas (lo siento, no hay entradas). Y así vas encontrando ejemplos en lugares sorprendentes que te hacen pensar en lo extremadamente educados que son los canadienses.

Pero hay un "désolé" en particular que tengo comprobado que es totalmente contraproducente: el que dicen los autobuses. Porque aquí los autobuses que no admiten viajeros en lugar de limitarse a indicar simplemente eso pasan un cartel que dice: "Désolé, hors de service". Y ese désolé tiene la propiedad de despertar instintos asesinos, que son mayores cuanto menor es la temperatura exterior. Imaginaos estar esperando el autobús a 15 grados bajo cero, en plena tormenta de nieve, verlo aparecer a lo lejos y cuando se acerca descubrir que tu autobús se ha convertido en un désolé (así los llamamos ahora). Os aseguro que dan ganas de matar a alguien. Lo que me consuela es que no me pasa sólo a mí, casi todo el mundo que conozco y que usa el transporte público ha acabado reconociendo que le ocurre lo mismo y que preferiría que el autobús fuero menos educado y se limitara a decir "fuera de servicio". Lo curioso es que en estas fechas rizan el rizo ampliando el mensaje a: "Lo siento, fuera de servicio. ¡Felices Fiestas!" ¿Serán conscientes los responsables de que están boicoteando el espíritu navideño?
¡Besos!

jueves, 15 de diciembre de 2011

Chocolate caliente

¡Acabo de recibir mi primer regalo de Navidad de este año! Y he decidido compartirlo con todos hoy mismo. Aunque no lo hago porque me haya encantado, que verdaderamente lo ha hecho, sino porque me ha hecho gracia una frase que me ha dicho la persona que me lo ha comprado: "no era exactamente esto lo que tenía pensado, pero tenía claro que quería regalarte algo que tuviera que ver con el chocolate". Y lo que me ha parecido curioso es que eso es algo que probablemente no habría escuchado si no me hubiera venido a vivir a Canadá. Al menos yo no me considero una persona especialmente golosa. Me gusta el dulce, pero creo que no tanto como para que alguien que me conoce piense que es el regalo perfecto para mí. Pues eso era cierto para  Emma en versión española, porque Emma en versión canadiense sí que es una gran aficionada a tomar chocolate caliente. Todo empezó un poco por casualidad. Bueno, quien dice por casualidad, dice por supervivencia. No sé si os acordareis pero el año pasado, cuando empecé a trabajar en el laboratorio, la calefacción no funcionaba. Trabajar allí era como trabajar en el Polo Norte. Según iba avanzando el día íbamos poniéndonos más capas de ropa, hasta que a media tarde no aguantábamos más, y salíamos en busca de algo caliente al Second Cup (que es algo así como el Starbucks pero en versión canadiense). ¿Tenéis en mente la imagen de las películas americanas de la gente andando por la calle bebiendo un vaso gigante de café camino del trabajo? Pues esa es la imagen que os podéis quedar, porque era algo así (reducid un poco el tamaño del vaso, que en Canadá los tamaños son gigantes comparados con Europa pero menos grandes que en EEUU). Sólo que a mí el café me hace mucho efecto (aquí dicen que me pongo saltarina) y con un café a media tarde a medianoche estoy despejada como si fuera un búho. Así que en su lugar me tomaba un chocolate caliente. Y luego nos arreglaron la calefacción, pero llegó el invierno de verdad. Y os aseguro que cuando estás un rato en la calle a 15ºC bajo cero, de vez en cuando necesitas entrar en un sitio a por algo caliente, aunque sólo sea para coger la taza y recuperar la sensibilidad en las manos. Y luego... pues luego simplemente nos acostumbramos a hacerlo y tenemos nuestros "momentos Second Cup" porque nos gustan. Así que ya conocéis una nueva faceta mía: desde estoy en Montreal tomo mucho chocolate caliente.  :-)

Lo segundo que quería comentaros. ¿Os habéis fijado en que mi taza lleva jersey? Pues en este caso es más que nada un adorno, porque es una taza para usar en casa, pero aquí en invierno la gente cuando va por la calle sí que le pone fundas de lana a las termos. Y no lo hacen para no quemarse las manos (que podría ser) sino para ayudar a conservar el café o el chocolate caliente un poquito más de tiempo. Es una ventaja del invierno aquí: si estás en la calle hay poco riesgo de quemarse con líquidos calientes.

¡Hasta otro día!


martes, 6 de diciembre de 2011

Movember

Por fin ha llegado diciembre, y con él la desaparición de los bigotes que muchos hombres y chicos se habían ido dejando durante el mes pasado. Y es que, después de pasar unos días alucinando por la cantidad de chicos y hombres a nuestro alrededor que habían decidido cambiar de imagen de repente, mi jefe nos explicó que noviembre es el mes de Movember. Y os preguntaréis, ¿pero qué es Movember? Pues  es un movimiento que surgió en Melbourne en 2003 y que anima a los hombres a dejarse bigote (moustache) durante el mes de noviembre (november) para llamar la atención sobre temas relacionados con la salud masculina, como el cáncer de próstata, de testículos, depresión masculina, etc. Además en unos pocos países Movember recoge donativos para apoyar proyectos relacionados con esos temas. Y buscando información para contárosla he descubierto otra cosa curiosa: que en ese pequeño número de países en los que el movimiento Movember se ha oficializado no sólo se encuentra Canadá, sino que también está España. Así que en lugar de alargarme más os dejo el enlace por si alguno queréis echarle un ojo y a lo mejor apoyarlo el próximo año: http://es.movember.com/ Eso sí, también tengo que deciros que este noviembre hemos comprobado que llevar sólo bigote es una opción estética arriesgada, sobre todo (aunque no únicamente) si rondas los 20 años y no te cierra la barba. Pero desde luego cumple el objetivo: llamar la atención sobre los hombres. Eso lo hace sin ningún tipo de duda.


domingo, 4 de diciembre de 2011

Apareció en mi ventana

Ya os lo había contado muchas veces: aquí las ardillas son temerarias y cotillas. Y para muestra, un botón. Esta mañana, cuando nos disponíamos a desayunar, una ardilla ha decidido aparecer en la ventana a observar muy interesada lo que pasaba en mi salón-cocina. No es la primera vez que ocurre, como vivo junto a un parque me visitan con cierta frecuencia. Lo especial de esta ocasión es que la ardilla no ha salido disparada según nos hemos acercado a la ventana sino que ha decidido posar tranquilamente para nosotras (me apunta mi editora de contenidos de hoy que en realidad ha venido corriendo a posar para nosotras y de hecho ha habido un momento en el que hemos tenido que cerrar la ventana porque se la veía con intenciones de invitarse a desayunar). Pero vamos a lo importante: aquí tenéis la pequeña muestra del book que le hemos hecho. Y sí, para ser una pequeña parte son bastantes fotos, pero es que no todos los días se encuentra una ardilla con alma de modelo, ¿no? Esperamos que las disfrutéis al menos tanto como nosotras nos hemos reído haciéndolas.
¡Besos!

(¡Gracias a Marta por la colaboración de hoy!)