¡Acabo de recibir mi primer regalo de Navidad de este año! Y he decidido compartirlo con todos hoy mismo. Aunque no lo hago porque me haya encantado, que verdaderamente lo ha hecho, sino porque me ha hecho gracia una frase que me ha dicho la persona que me lo ha comprado: "no era exactamente esto lo que tenía pensado, pero tenía claro que quería regalarte algo que tuviera que ver con el chocolate". Y lo que me ha parecido curioso es que eso es algo que probablemente no habría escuchado si no me hubiera venido a vivir a Canadá. Al menos yo no me considero una persona especialmente golosa. Me gusta el dulce, pero creo que no tanto como para que alguien que me conoce piense que es el regalo perfecto para mí. Pues eso era cierto para Emma en versión española, porque Emma en versión canadiense sí que es una gran aficionada a tomar chocolate caliente. Todo empezó un poco por casualidad. Bueno, quien dice por casualidad, dice por supervivencia. No sé si os acordareis pero el año pasado, cuando empecé a trabajar en el laboratorio, la calefacción no funcionaba. Trabajar allí era como trabajar en el Polo Norte. Según iba avanzando el día íbamos poniéndonos más capas de ropa, hasta que a media tarde no aguantábamos más, y salíamos en busca de algo caliente al Second Cup (que es algo así como el Starbucks pero en versión canadiense). ¿Tenéis en mente la imagen de las películas americanas de la gente andando por la calle bebiendo un vaso gigante de café camino del trabajo? Pues esa es la imagen que os podéis quedar, porque era algo así (reducid un poco el tamaño del vaso, que en Canadá los tamaños son gigantes comparados con Europa pero menos grandes que en EEUU). Sólo que a mí el café me hace mucho efecto (aquí dicen que me pongo saltarina) y con un café a media tarde a medianoche estoy despejada como si fuera un búho. Así que en su lugar me tomaba un chocolate caliente. Y luego nos arreglaron la calefacción, pero llegó el invierno de verdad. Y os aseguro que cuando estás un rato en la calle a 15ºC bajo cero, de vez en cuando necesitas entrar en un sitio a por algo caliente, aunque sólo sea para coger la taza y recuperar la sensibilidad en las manos. Y luego... pues luego simplemente nos acostumbramos a hacerlo y tenemos nuestros "momentos Second Cup" porque nos gustan. Así que ya conocéis una nueva faceta mía: desde estoy en Montreal tomo mucho chocolate caliente. :-)
Lo segundo que quería comentaros. ¿Os habéis fijado en que mi taza lleva jersey? Pues en este caso es más que nada un adorno, porque es una taza para usar en casa, pero aquí en invierno la gente cuando va por la calle sí que le pone fundas de lana a las termos. Y no lo hacen para no quemarse las manos (que podría ser) sino para ayudar a conservar el café o el chocolate caliente un poquito más de tiempo. Es una ventaja del invierno aquí: si estás en la calle hay poco riesgo de quemarse con líquidos calientes.
¡Hasta otro día!
¡Qué monada de regalo! Resulta que aquí he visto alguna taza también con jersey y siempre había pensado, ¡qué gracioso! o su versión más light "jeje" pero ahora ya sé que tiene su utilidad.
ResponderEliminarGracias por seguir haciéndonos aprender cosas :)
Mmmmmmmmmmmmm... No pensarás dejar todo ese chocolate solito en tu casa en Canadá, que podría llegar alguien mientras no estás y en fin... ;-)
ResponderEliminar¡¡Madre mía qué cosa más buena!! Si es que hasta tiene nubecitas que se derriten sobre el chocolate calentito ñam ñam ñam, ahora tengo mono de chocolate a la taza... lo que pasa que allí le falta un detalle para hacerlo perfecto ¡¡los churros acompañándolo!!
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