(Entrega especial desde el aeropuerto de Montréal)
Esta vez parece que la vuelta a Madrid va a ser mucho más aburrida que la anterior y que voy a conseguir volar al primer intento hacia, como dicen mis compañeros de trabajo, un país cálido. Dejo Montréal de nuevo en temperaturas negativas (sensación térmica -8ºC) y, con un poco de suerte, cuando regrese habrá llegado la primavera. Digo con un poco de suerte porque me consta que el año pasado la última gran nevada cayó el 1 de mayo. A pesar de ello, en un arranque de optimismo, esta mañana además de hacer la maleta he lavado la ropa de abrigo y las botas para guardarlos hasta el próximo invierno. ¿Habré hecho bien o habrá sido una pérdida de tiempo? La respuesta a la vuelta.
Además de volver antes de tiempo a las temperaturas positivas, parece que también voy a perderme la época más fea de la ciudad. A pesar de las nevadas de los últimos días casi no queda nieve por las calles y jardines y todo tiene un aspecto bastante muerto. Los árboles siguen sin hojas (aún hace frío para que brote nada) y la hierba y las plantas bajas, después de meses sepultadas por la nieve, se han secado o han perdido el color verde. También se notan los efectos del frío en aceras y calzadas, que están cuarteadas en muchas partes. Incluso la gente acusa que llevan muchos meses de invierno, y se les ve más cansados y tristes de lo normal, esperando una primavera que se anuncia pero no acaba de llegar. Así que la frase que más he oído estos días ha sido: "qué suerte, vuelas al buen tiempo". Lo mismo le dicen a Nicoleta y Fiore, que me siguen dentro de unos días. Y, ¿sabéis una cosa? Que tienen razón. Da igual la temperatura que haga estos días en España, que esté nublado o diluviando: ¡para nosotros va a hacer bueno! Vivir en Canadá está lleno de ventajas :-)
¡Hasta dentro de 13 horas!