sábado, 5 de marzo de 2011

Montañas de sal

¡Llueve! Desde que me he levantado hasta ahora mismo no ha parado. Y la verdad es que muy pocas veces me ha hecho tanta ilusión que lo hiciera. ¿Las razones? Pues fundamentalmente dos: la primera que caía agua de verdad, y no lo que llaman aquí "lluvia helada", lo que quiere decir que estamos claramente por encima de 0ºC, y la segunda, que el agua ha arrastrado gran parte de la sal que cubría las calles. Lo primero me imagino que entendéis todos por que me alegra, aunque la alegría nos va a durar poco, para el martes volveremos a estar a nuestros ahbitauales -10ºC. Pero mientras tanto se agradece poder salir a la calle sin necesidad de disfrazarse de esquimal. Lo segundo os lo explico ahora.

Hace unos meses salió en las noticias que en los países nórdicos no echaban sal en invierno por el impacto medioambiental que tenía y a raíz de eso me habéis preguntado muchos si eso era cierto. Pues en otros países no lo sé, pero en Canadá os puedo asegurar que sí echan sal, y mucha. En las aceras no se nota tanto, pero las calzadas están literalmente cubiertas de sal, hasta el punto de que se ven blancas. Y no me refiero a que tienen un color un poco más claro de lo habitual. Cuando digo que la calzada está blanca quiero decir que en muchas partes no se distinguen las líneas de pintura, porque el asfalto tiene el mismo color.

Y aunque es una cosa imprescindible para que la ciudad no se paralice durante el invierno, también conlleva problemas: es imposible andar por la ciudad sin acabar lleno de sal, casi hasta las rodillas. Y la sal que coges la vas extendiendo allí por donde pasas así que la ciudad tiende a estar muy sucia, independientemente de las veces que limpien. Pero el mayor problema no es que se vea sucio, sino que la sal va estropeando la superficie en la que se deposita. Por eso en muchos sitios cuando llega el invierno cubren las zonas de paso frecuente con moquetas (que a estas alturas del año ya están destrozadas por la sal). Pero como esto no suele ser suficiente en muchos sitios además indican que está prohibido entrar con calzado que se haya usado en la calle. Y una de dos, o llevas calzado de repuesto contigo y te cambias (hay mucha gente que lo hace) o dejas las botas en la entrada y andas descalzo (que es lo que hace la mayoría de la gente, yo incluida). Moraleja de la historia: en Canadá en invierno asegúrate de llevar calcetines bonitos.

¡Besos!

2 comentarios:

  1. Tengo dos comentarios, uno de índole ecológica y otro de índole práctica.
    El de la ecología, me parece que en Canadá no se preocupan mucho de cuidar el planeta..., por una parte es un poco normal, porque al fin y al cabo ellos tienen un montón de recursos naturales y "les sobran" pero deberían pensar en los pobres que no los tenemos y andamos reciclando e intentando contaminar un poquillo menos.
    El de índole práctica..., yo seguro que llevaba unas zapatillas de andar por casa en el bolso (de las que son un poco bonitas) para cuando fuera por ahí, pero entiendo que puede ser un poco excesivo, pero lo que sí que puedes tener es unas en el laboratorio para cambiarme (podrían ser unas zapatillas normales y corrientes) y no ir en calcetines, que da un poco de frio!!!

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  2. Me estoy imaginando una guarrada de suelo cubierto con moqueta empapada y rota, sal, nieve medio derretida... ¡Tiene que haber una solución mejor!

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