Desde el viernes he entrado en una nueva forma de jet-lag: ya no me quiero dormir en horario español, ni me despierto de madrugada, pero tengo el sueño muy ligero. Como yo suelo dormir bastante profundamente (creo que todos los que habéis dormido conmigo podéis dar fe de ello), no descanso lo suficiente y me cuesta horrores levantarme. El caso es que anoche me acosté pensando en levantarme e ir a misa a las 9:30 a la catedral (que es la iglesia católica más cercana a mi casa). Efectivamente, me he despertado a las 7:50, y he pensado: "¡Tengo tiempo de sobra! Me quedo un poco más en la cama". Cuando he vuelto a recuperar la consciencia eran las 09:45.
Mientras estaba tumbada en la cama rehaciendo el plan del día (todo culpa de mi cama, que no quería dejarme ir...) me he acordado de que estos días Montréal está repleto de carteles anunciando la canonización del Frère André (impulsor de la construcción del Oratorio de San José, una de las iglesias más famosas de Montréal y la más grande de Canadá). Así que me he levantado, y mientras desayunaba, he comprobado que en el Oratorio había misa a las 11 y a las 12:30. Perfecto para darme una ducha, ir paseando y de paso ver esa zona de la ciudad. ¡Ya tenía plan de la mañana! El sobresalto ha venido cuando he visto que según Google se tardaba en llegar ¡una hora y cuarto! ¡O corría o no me daba tiempo! Así que he salido disparada a la ducha, me he secado el pelo (aquí salir a la calle con el pelo mojado no es opción por dos motivos: el primero, el frío; para el segundo, ved la entrada del día 7), y he salido corriendo a la calle.
Aquí incluyo una reflexión que no me he hecho yo hasta más tarde: cuando vas a un sitio llamado Oratorio del Mont-Royal hay ciertas probabilidades de que el sitio en cuestión esté en lo alto de un monte. Pero si no se te ocurre, que la calle que tienes que seguir durante el 90% del recorrido se llame "Camino de la Cuesta de las Nieves" podría considerarse una buena pista de que el camino es empinado y de que igual no es buena idea correr. Como yo no le pensado he llegado reventada (aunque en 45 minutos). Pero ha merecido la pena, porque mi destino era este:
Al parecer el Frère André fue un religioso que se hizo famoso a principios del S.XX por sus curaciones, así que el oratorio es un lugar de peregrinación, un poco como Lourdes o Fátima. De hecho, la parte central de las escaleras, la que se ve más blanca, es una zona reservada para la gente que sube de rodillas. El Oratorio por dentro es moderno y sobrio, pero bonito, y es lo suficientemente grande como para que uno se sienta pequeño e impresione entrar. Y otra ventaja de que sea moderno: hay ascensor y escaleras mecánicas, aunque eso contribuye a que, exceptuando en el interior de la Basílica, tengas un poco la sensación de estar en un centro comercial más que en un edificio religioso (esto es una impresión muy personal, me suele costar sentirme a gusto en estos sitios que mezclan espiritualidad, devoción popular y turismo). ¡Ah! Casi me olvido de comentarlo, y es una cosa que me ha gustado mucho... no sólo es un lugar de oración para los católicos, también para el resto de religiones, sobre todo para protestantes y musulmanes (sospecho que porque son las religiones más profesadas en Canadá).
Y junto al Oratorio hay un Via Crucis, que en realidad es un parque muy agradable de pasear (por si no lo habéis notado, me encantan los parques de Montréal =D)
Y ya conocéis otro rincón más de Montréal... Espero que os esté gustando, porque todo forma parte de un plan maestro para que tengáis muchas ganas de venir a verlo en directo. ¿Funciona?
¡Besos!
Funciona. Yo en todas las fotos me pregunto qué pinta tendrá todo en primavera ¡porque desde luego en otoño está bien bonito!, pero como ahora mismo no me viene nada bien largarme a Canadá... Aunque, quién sabe, si me da un ataque de pánico en toda regla igual aparezco por allí en plan huida. Doctoranda a la fuga :-)
ResponderEliminarNo, Marta, tú te quedas en España hasta el día 22 por lo menos, luego ya veremos lo que haces...
ResponderEliminarA mí me está encantando, y me ha hecho mucha gracia que tenga escaleras mecánicas el templo, así estás "como en un centro comercial" todo el día.
Tengo muchas ganas de ir, aunque prefiero cuando haga mejor tiempo ;)
Si es que por algo el blog se llama "let's go to the mall"... el concepto "Mall" incluye oratorios y otros edificios dedicados a distintos usos. ¡Montreal en sí mismo es como un centro comercial! ;-)
ResponderEliminarLaura, si me fugo ya tengo claro que no será a Brasil, que seguro que me pillas y me regañas...